La Gente Feliz, lee y
toma café - Agnès Martin-Lugand
Más allá de nuestras
propias emociones diarias, casi rutinarias, esas que asoman y nos estropean ese
cotidiano vivir, sumergiéndonos en la incertidumbre, en la incapacidad para
resurgir, en lo necesario que creemos requerir para llevar una buena vida,
hemos de sacar otras emociones y sentimientos que se agolpen y nos den la
fuerza para salir a flote, y continuar la vida, preferiblemente con momentos felices.
Alfaguara, nos
entrega en su edición del año 2014, una historia que atrapa, simple, mundana, - casi - desde su primera línea, nos enfrenta a
la vida de Diane, a quien se le rompe su cotidianidad con la muerte de su
esposo e hija en una accidente. Ella incapaz por completo de afrontar, de
mantenerse en pie, decidió vivir en ese espacio oscuro y de lamentaciones, sin
siquiera asumir un duelo, solo embriagada de remordimiento y soledad.
Mantiene al hombro un saco desteñido de su marido, para no aceptar a que
él se fue; atada a un amigo incondicional que la soporta más que acompañarla,
solidario y leal, intenta que ella halle una manera de emerger , de someterse a
su realidad. En sus impulsos de tristeza él, la "rescata" y espera que
el poder de su vida loca y desordenada vaya dejándole un poco de ecuanimidad;
pero sabe también que solo ella puede hacelo para sí misma.
Decide Diane, huir,
irse muy lejos donde nadie la conozca, entra en un espacio entre la dulzura de
unos caseros ya mayores, y la arrogancia de un vecino: va a convivir
consigo misma, a cuestionarse, a tener que pensar cómo hacer con el nuevo
día. El ser interior de antes de su tragedia se niega a aflorar, pero ella
encuentra que su vecino enfrenta una soledad sino igual por lo menos si capaz
de ser equivalente, y sin proponérselo detrás de las caretas que ambos
mantienen desentrañan sus miedos, y se afrontan a sí mismos, reconociendo que
mientras no cierren círculos, esos que los mantienen atados a los recuerdos y
la desolación, no llegaran más allá.
En un rescoldo de
alegría, ella decide pensar que la hace realmente feliz, y retoma en su mente
el trabajo que sus padres y esposo le ayudaron a formar, y cree que en su
librería café, hallará la paz. Regresarse y abrir ese espacio, anidarse en este, y
empezar entonces a tomar de la vida lo que dejo estancado, emprenderá asumir su
perdida, se promete surgir, y comienza la reconstrucción desde el espacio donde
cree que su interior fluirá. Allí aparece la única unión entre el texto y el
nombre, La gente Feliz, lee y toma café, es su librería, es lo único que posee entonces.
Una prosa muy
sencilla, realista, que nos enfrenta a nosotros mismos, a reconocer que todo
está dentro, un buen intento de la autora por hacer que los libros y una buena
taza de café sean un compañero ideal, en momentos de aflicción y alegría.
Consideraba que era un libro que no deja nada, vacío, pero no, he hallado algo
que aprender, hay que buscar en la vida como emerger de las dificultades;
hundirnos en los problemas, acrecentá la ansiedad, las culpas, y desencadena
malas decisiones. Para Diane, esta librería, su nombre, era algo profundo, ella
creo, y luego fue su refugio para retornar a sí misma.
Es un libro muy
simple, y en últimas termino recomendándolo, porque también le halle un
sentido.
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